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La decisión de conocerlas la tome de antes de comenzar el viaje, incluso de antes de saber que modalidad iba a tener. Fue un tema que hablé desde el vamos con mi camioneta oficial para cuando llegara el momento.

Lo ideal sobre todo si se tiene alguna fecha marcada que limite el tiempo que le podemos dedicar a la aventura es PLANEARLO. Tener en cuenta que ciudades queremos visitar si o si, cuales podemos sacrificar y comenzar a calcular distancias y tiempo de recorrido, de esta manera podemos tener un estimativo de cuan al norte podemos llegar, cuantos días podemos esperar y más que nada las horas de manejo que necesitamos y como distribuirlas para lograr descansar bien y no estar a las corridas.

Y créanme que no tienen que pasar frío en una carpa innecesariamente, consigan un alojamiento por Airbnb o Booking con unos días de anticipación al menos y todo solucionado.

Aprovechando que la camioneta nos da la facilidad del movimiento, no existe la necesidad de alojarse en centros poblados, una ciudad pequeña, un pueblo, incluso el medio de la nada si se preparan es suficiente.

Se acercaba la fecha de los nórdicos y la ciudad elegida fue Trömso-Noruega dado que es una de las ciudades con mayor probabilidad de que se produzca el encuentro, sin dudas  algo que hay que tener en cuenta a la hora de aventurarse es que no hay 100% de seguridad de lograrlo. Existen una serie de precauciones que uno puede tomar para que esta probabilidad sea mayor: época del año de la visita (de Setiembre a Marzo), cercanía al Norte (un rango aproximado de 2500km o menos) , visibilidad del cielo (poca contaminación lumínica),  estado de tiempo (no nubes ni lluvia), paciencia y sobre todo que el universo conspire a tu favor.

Amigas de otras camionetas ya tenían un itinerario armado que contemplaba todo lo mencionado (salida de Ámsterdam , parada en Hamburgo, subida a Copenhague, visitamos Oslo, conocimos Trolltunga, llegamos a Trömso y retornamos pasando por Rovaniemi para finalmente llegar a Helsinki y cruzar a Rusia en la fecha estipulada).

Sabía que se venían largas horas de recorrido desde la última ciudad que visitaríamos antes de comenzar la subida  (26 horas desde Trolltunga a Trömso) pero mis ganas de conocerlas eran más fuertes que cualquier puñado de tiempo en un vehículo. Llegar en tiempo y forma nos hizo sacrificar días de Holanda y Dinamarca, no conocer algunas otras ciudades nórdicas, pero todo lo valió.

Partió la caravana desde Trolltunga-Noruega.  El primer día manejamos 8hs que pasaron más rápido de lo que uno podría esperar entre amigos, charlas y alguna que otra serie; así también vino el día 2. En el día 3 hicimos 10hs de ruta logrando cruzar el círculo polar ártico. El entusiasmo era único, los paisajes acompañan a cada minuto y las siluetas de las montañas nos escoltan a nuestro destino.

Dos noches era todo el tiempo que disponíamos para esperarlas. La primera noche estuvo nublado por lo cual no era posible encontrarnos. La segunda noche era perfecta: corría una noche de setiembre con cielo despejado, no había más de 4°C, escasa contaminación lumínica  y estábamos a tan solo 2200km del polo norte (Uruguay esta a 13682km), nada podía salir mal.

Se acercaba la noche cuando las ansias crecían, preparamos la cena (queríamos recibirlas con todo lo mejor) y nos vestimos con todas las camperas que teníamos, porque pese a que aun no se había ido el verano, para nosotros 0°C  no era la temperatura que solíamos tener en esa época.

Yo estaba adentro de la casa cuando se escucha un grito auroras

Automáticamente todos salimos disparados al fondo del alojamiento, previo apagando hasta la última luz que teníamos para no opacarlas,  y ahí estaban. Un brillo verde atravesaba el cielo conformando un arco  –WOW esto está sucediendo, al fin las conozco- Automáticamente quienes tenían cámara pusieron sus trípodes y comenzaron a sacar fotos, algunos celulares  buenos con una serie de malabares lograban el retrato, el resto de los mortales nos dedicamos a contemplar.  Los arcos se desvanecían y a los minutos aparecían nuevos, alegría, saltos, risas y abrazos era el ambiente.

Luego de un rato se nos ocurrió ir a un descampado cerca de la casa para lograr sacar fotos sin las luces vecinas. Nos subimos a las camionetas y arrancamos. Al mirar por la ventana no veía señal de aurora, pensé que ya había pasado el momento y estaba bien, al fin y al cabo ya había visto lo mejor que podía ver. Cuando estacionamos y bajamos supe que estaba equivocada, estaba a segundos de vivir lo más alucinante de todo. Sobre nosotros había una cúpula de luz verde que no lográbamos ver de una sola mirada. Aros de luz con bordes definidos y destellos se proyectaban hacia el infinito –es esto real? Cómo puede ser que exista algo tan maravilloso?-  los bordes se tornaron un tanto violetas, aquello era un despelote. Enseguida comenzaron a moverse y todo mejoraba minuto a minuto, rápidamente esa bóveda se desplazo y otras se formaron en su lugar, líneas verdes se formaban y se acercaban. Todo era del tamaño del universo. El final fue de algún otro universo que no conozco: un frente verde corría hacia nosotros veloz como cientos de caballos entre destellos de fuego verde.  Ninguna cámara captó eso, solo nuestras retinas recordaran por siempre ese encuentro, el día que conocimos a las auroras.

-Me encontraba en un descampado, rodeada de montañas, a miles de km de casa y frente a uno de los fenómenos naturales más magníficos del universo. Cualquier recorrido parecía justo, todas y cada una de las rifas y agendas que vendí, de los sacrificios y el esfuerzo para llegar a esa cita eran pocos. Lo mejor del viaje fue conocerlas-